El Mundo 01/06/2016 – Cuando un consumidor llega a un supermercado pensando en comprar unos yogures de una marca concreta puede ocurrir, primero, que no los encuentre porque no están; segundo, que no los encuentre porque están ocultos o mal colocados; tercero, que se confunda con otro formato del distribuidor que es tan parecido que, si va con prisa, no aprecie casi la diferencia hasta después de haber pasado por caja.
La guerra de las marcas (la que libran las del fabricante con las marcas blancas que comercializa el distribuidor) tiene unas implicaciones económicas que «afectan al conjunto de toda la economía», según destaca Ignacio Larracoechea, presidente de Promarca, asociación que representa al conjunto de fabricantes de productos de gran consumo líderes en alimentación, bebidas, droguería y perfumería de España.
Esta asociación ha presentado, junto con Esade, un estudio que refleja el impacto que tienen en la economía y la sociedad las marcas del fabricante: en concreto aportan el 7,4% del Producto Interior Bruto (PIB), «cuatro veces más que las marcas del distribuidor», según destaca Alejandro Santana, de Esade.
¿Qué riqueza generan?
Las marcas contribuyen con este 7,4% a la riqueza nacional, según datos de 2014, frente al 4,9% que representaban en 2008, lo que significa que su peso en la economía se ha incrementado a pesar de que durante los años de crisis «perdieron terreno con respecto a las marcas blancas», destacan los autores del estudio.
Esto se debe en gran parte a que las empresas buscaron su camino fuera y se incrementaron las exportaciones. «Sin esta actividad exportadora, la pérdida de valor y de empleo hubiera sido dramática», destaca Larracoechea.
Estas ventas al exterior crecieron un 40% entre 2008 y 2014 en el sector de la alimentación y bebidas, que representa el 92% del total en la industria de gran consumo. «Aún sin tener en cuenta las exportaciones, el peso de la marca frente a la blanca es tres veces mayor», destaca Alejandro Santana.
¿Cuánto empleo generan?
Las empresas que fabrican estos productos de consumo de referenciarepresentan más de un millón de puestos de trabajo, el 5,5% del total de empleos que hay en el mercado laboral. Y eso que desde 2008 se han destruido 53.600 puestos de trabajo. Entre 2011 y 2014 «se ha logrado recuperar un poco, aunque el saldo en el periodo (2008-2014) sigue siendo negativo», explica Larracoechea.
A pesar de ello, esta industria del gran consumo -representada en su mayor parte por los productos de marca- ha generado un valor añadido a la economía en términos de innovación, inversión en I+D. Este pasó del 2,02% en 2008 al 2,20% en 2014. «El valor añadido que generan las marcas del fabricante es mayor que el de la industria química», según Promarca.
¿Cuál es su aportación en impuestos?
La contribución en impuestos a las arcas del estado de los fabricantes de productos de gran distribución es de 9.000 millones de euros, el 5,7% del total tributado y «cinco veces más que los artículos comercializados por los distribuidores».
Las marcas blancas, según este mismo informe, aportan un 1,1%. Los fabricantes defienden que «el Estado ha dejado de ingresar 967 millones en los últimos tres años en impuestos» por ese trasvase de productos hacia otros más baratos.
«Una empresa que invierte en innovación genera valor añadido y empleo», destacan los autores del estudio. En este sentido lamentan que entre 2008 y 2014 se ha invertido un 37% en investigación y desarrollo. En este campo también los fabricantes sacan músculo y defienden que aportan el 76% del total de la inversión realizada, frente al 24% del distribuidor.