Los comerciantes indican que el efecto de los descuentos de enero se diluye debido a la liberalización del calendario de ofertas; el debate está en las tiendas gallegas.
Los descuentos antes eran un temporal concentrado. Ahora, lluvia fina durante días y días. Los comerciantes gallegos reconocen que el efecto llamada de las rebajas queda diluido por otras ofertas. El black friday, el ciberlunes, los precios recortados de la campaña navideña… El patrón del consumo está cambiando. El debate está en las tiendas.
Añade muchos consumidores aprovecharon el black friday para anticipar las compras, una iniciativa «que ha venido a beneficiar al pequeño comercio, ya que sin gastos suplementarios de publicidad, les pone en igualdad de condiciones con los grandes». Explica que las campañas, cuanto más cortas, mejor funcionan. «El problema es que las rebajas, salvo en un par de grandes cadenas, ya empiezan a mediados de diciembre, se alargan hasta marzo y eso provoca que los clientes no tengan prisa en acudir a comprar a las tiendas». De todas formas, apostilla, en el Centro Príncipe, «está siendo un buen mes».
«La gente se volvió loca»
En cuanto al efecto del buen tiempo, Antonio Amor asegura que es positivo para los pequeños comerciantes porque «la gente pasea y, como hace frío, pues siempre compra algo: un abrigo, unos calcetines…». Argumenta que «la gente se va a los centros comerciales si llueve». Y concluye con una reflexión: «Los que han ganado este año son los hosteleros porque, no solo en la Marina sino también en los barrios, ha vuelto la costumbre de las terrazas y eso nos beneficia a todos». Alberto Rocha apunta que el sol puede traer otras consecuencias. «Si el tiempo continúa así, muchas tiendas de ropa se plantearán si deben seguir con las rebajas o incorporan la ropa de nueva temporada», indica.
«Solo funcionó el ‘black friday’»
Hijas de comerciantes, las hermanas Enríquez de Pontevedra, Esther y Marta, decidieron lanzarse a la aventura empresarial en el 2014. Lo hicieron con el aliento de la crisis dándoles continuamente en la cara. Pero lo hicieron. Abrieron dos tiendas, una en Pontevedra y otra en Vigo, así como una línea de negocio online. Pasaron más dos años desde entonces y no se arrepienten de haberse convertido en emprendedoras, aunque Esther, desde detrás del mostrador de su establecimiento pontevedrés, llamado Marengo, frunce el ceño cuando se le pregunta cómo van las cosas: «Está todo muy flojo, este año solo funcionó el black friday. Yo estoy convencida de que eso desbarató todo, porque la campaña de Navidad fue también flojita y, aunque los primeros días de rebajas fueron buenos, luego volvió el bajón», explica. Ella y Marta, hace unos días, colgaron el cartel de segundas rebajas. Y en su tienda se pueden comprar por veinte euros vestidos de marca Pepa Loves que antes marcaban 55. ¿Por qué continúan rebajando los precios, creen que así acabarán vendiendo? «Mira, la gente ahora mismo se acostumbró a los descuentos, y quiere comprar siempre con descuentos. Si no haces alguna cosa así olvídate, que no vendes. De ahí que bajes los precios», señala Esther mientras enseña el género a una clienta que mira guantes y bolsos.
«Van lentitas pero seguras»
Concha Villalpanda regenta con su hija Ana la Tienda de la Rúa, un pequeño local en el número 32 de la Rúa Nova de Santiago. Salvo la ropa que ocupa un pequeño perchero, el resto de sus existencias está en rebajas. «Nada de ropa de continuación» como hacen las firmas con mayor presencia en el mercado, resalta. Su apuesta empresarial pasa por vender prendas «distintas, y algunas de ellas con fabricación en talleres de aquí y de otros países de Europa». Su clientela la forman sobre todo mujeres de más de 25 años, ya que, argumenta, es a partir de esa edad cuando las jóvenes «ya no sienten tanta necesidad de pertenecer a un grupo», por lo que la forma de vestir es uno de sus recursos para expresar su personalidad. El tipo de ropa de la Tienda de la Rúa transmite el espíritu positivo de su propietaria a la hora de hablar de la campaña de rebajas. «Van lentitas pero seguras», concluye, y paradójicamente reconoce que el frío de estos días no ha incrementado la venta de abrigos. Su negocio, como casi todos, apostó por el black friday porque así se lo sugirió su hija. «Yo no era partidaria, pero ella tenía razón y este año funcionó mejor que el pasado». Desde ese día ha percibido que la clientela «compró después, pero menos y desde que comenzaron las rebajas hemos visto que van poco a poco, pero no me quejo».
Información elaborada por S. Antón, L. García del Valle, M. Rodríguez, T. Taboada, M. Hermida y E. A. R.
Fuente: La Voz de Galicia