Muchos consumidores de Estados Unidos desconfían de las opiniones sobre los productos que se venden en la red
Supongamos que dos artículos comerciales son idénticos. Han sido fabricados por la misma marca y sus características y precios respectivos coinciden al 100%. Uno de ellos está disponible en una tienda convencional, física; el otro puede ser comprado a través de internet. Ante esta absoluta igualdad de condiciones, ¿qué hace el consumidor medio? Pues a juzgar por los datos que ofrece una encuesta del Pew Research Center elaborada en Estados Unidos a partir de las respuestas de casi 5.000 adultos, el cliente lo adquirirá en el establecimiento de toda la vida, en detrimento de la solución en línea.
Ésta es la posición que adoptarían casi dos tercios de los participantes en este estudio, en cuyas conclusiones se recuerda que, a estas alturas, ocho de cada diez ciudadanos de economías avanzadas como la norteamericana o la china ya han dado este paso con su ordenador o su teléfono inteligente. Lo que más se agradece en estas ocasiones es precisamente la comparación entre los precios de los distintos vendedores (86% de las respuestas). Pero también las posibilidades de formular preguntas (84%) o probar el producto personalmente (78%). Para los analistas, argumentos como éstos explican la predilección por las tiendas reales, es decir, las que no son sólo virtuales.
Eso sí, incluso si los usuarios están dentro de uno de estos locales, les gusta conectarse mediante sus smartphones. El catálogo de actividades digitales que llevan a cabo estos clientes es amplio y variado. En el informe del centro Pew se concreta que, en este contexto, lo más común es llamar desde el comercio para buscar asesoramiento, un comportamiento que mantienen tres de cada cinco sujetos. Algo menos de la mitad (45%) lee comentarios o valoraciones relacionados. La cifra de estadounidenses que pagan directamente con sus móviles es muy inferior: 12%.
Sea como fuere, una cuarta parte de los norteamericanos sostiene que sus compras semanales no implican la intermediación de dinero en efectivo. Una proporción aun mayor (39%) asegura que no le preocupa no llevar encima monedas o billetes por la elevada cantidad de alternativas existentes en la actualidad. Los autores de este trabajo revelan que los consumidores que no son blancos, los que tienen unos ingresos más modestos y los que superan los 50 años son los más propensos a confiar en el método clásico para las transacciones.
Es común que los clientes empleen sus dispositivos móviles para buscar información o valoraciones desde el interior de las tiendas
Este perfil coincide con el que aquellos que van siempre a los establecimientos tradicionales sin revisar la oferta online. Los jóvenes y los navegantes más acomodados se situán en las antípodas. Integran principalmente el colectivo del 14% que se aboca al e-commerce sin comprobar que se puede encontrar lo que necesita más barato en una tienda. Las redes sociales son un entorno propicio para las adquisiciones poco reflexivas. Hoy por hoy, el 15% de los cibernautas ha culminado este proceso tras haberlo iniciado en un enlace encontrado en una plataforma 2.0, como Facebook o Twitter.
En este aspecto, la mitad de los usuarios se quejan porque cada vez les resulta más difícil saber si las revisiones en internet son veraces a imparciales. La influencia de las críticas es considerablemente superior a la que tienen los comentarios de carácter positivo. Así, el 54% de los clientes admite que presta más atención a las primeras que a las segundas. Además, es mucho más común leer aportaciones de otras personas (40%) que redactarlas y colgarlas (10%).
Los consumidores de mayor edad y con menos ingresos son los que más desconfían de los métodos de pago virtuales
De nuevo son los consumidores de menor edad los más proclives a compartir sus experiencias en la Web. E igualmente son quienes están más familiarizados con monedas alternativas como bitcoin, a pesar de que apenas un 1% del público la haya empleado en algún caso.Las primeras operaciones de e-commerce datan de 1994.
Los residentes en Estados Unidos gastaron el equivalente a unos 350.000 millones de euros en 2015, lo que aproximadamente representó el 10% de las ventas al por menor, excluyendo de este paquete los automóviles y el combustible. Los técnicos del Pew Research Center recopilan con regularidad información sobre este campo desde 2000. En esta ocasión se han alcanzado máximos históricos, aunque, según sus previsiones, todavía hay margen para seguir progresando.
La influencia de las críticas de los internautas es superior a la que tienen los comentarios de carácter positivo
Fuente: La Vanguardia