Inditex, Google y Alibaba están desarrollando sistemas para que el cliente no tenga que enfrentarse a ‘las incomodidades’ del popular habitáculo.
Otra de las posibilidades que ofrece la tecnología, ideal para perezosos y perezosas, o para los que simplemente tienen mucha prisa, es la de probarse ropa sin necesidad de desnudarse gracias a los espejos inteligentes. Grandes empresas como Toshiba, Samsung o Panasonic están apostando, y experimentando, con este nuevo concepto que podría transformar la experiencia del consumidor en muy poco tiempo. Un método que también puede aplicarse a otras áreas, como la cosmética, y con el que sería posible ahorrar mucho tiempo e incluso prescindir de los probadores… y hasta de los dependientes, uno de esos trabajos que peligra en el siglo de la revolución tecnológica. El funcionamiento del espejo inteligente es muy sencillo: solo hay que plantarse frente a él para que identifique nuestro cuerpo y elegir las prendas que nos gustan, éstas se irán superponiendo a nuestra imagen en el espejo. Gracias a un software de virtualización y a unos sensores 3D la ropa se ajustará perfectamente a nuestras medidas. Por supuesto, el espejo también nos dará recomendaciones de estilo. Aunque el invento al principio resultaba un tanto cutre, poco a poco ha ido perfeccionándose y firmas como Ralph Lauren o Uniqlo ya están apostando por estos “espejos mágicos” que además, gracias a su conexión Wifi, permiten compartir la experiencia con amigos y familiares que pueden opinar en tiempo real sobre cómo nos sientan las prendas que el espejo se prueba por nosotros. Hasta la consola Xbox One se ha apuntado a la moda de la superposición de prendas a través de su aplicación The Mall. En este caso hay que situarse frente al televisor, pero el funcionamiento es el mismo.
Google también se está poniendo las pilas con su proyecto de exploración 3D al que ha llamado Tango. Con él han desarrollado una nueva aplicación para la marca Gap que permite a los usuarios probarse la ropa con un avatar 3D digital. Los avatares son una de las grandes bazas del comercio de moda online, cuyos consumidores nunca están totalmente seguros de si la ropa que compran les va a sentar bien, lo que provoca que en muchos casos la compra no se realice. Para solucionarlo no paran de surgir desarrolladores de este tipo de probadores virtuales, como Fits.me, que son utilizados ya por muchas marcas de moda. Ofrecen la posibilidad de que uno mismo cree su avatar, introduciendo sus medidas exactas para jugar después a aplicar la ropa que le interese. Quizás no sea todavía perfecto, pero desde luego es muy entretenido.
Otra opción que puede ser realidad muy pronto es la posibilidad de comprar en una tienda física… sin salir de casa. Hablamos, claro está, de la realidad virtual. Alibaba, el monstruo asiático, ya ha estado testando esta posibilidad a través de las gafas de realidad virtual HTC Vive recreando una tienda que permite a los clientes convertir su cómoda compra online en una experiencia de compra física, puesto que el usuario tendrá la sensación de pasear por un gran establecimiento. Además, no faltarán los asistentes robotizados que pueden recomendar nuevos productos y asesorar al cliente en todo aquello que necesite. Eso sí, la realidad virtual no es barata, recrear cada producto de forma tridimensional tiene un coste de unos 50 euros, así que de momento solo está al alcance de los grandes.
En nuestro país, la empresa catalana Gravient también trabaja con realidad virtual con una idea similar: que el cliente entre en ese entorno virtual para realizar una compra que parezca física. Además, analiza la experiencia del usuario trackeando sus pupilas mediante mapas de calor, así pueden captar hacia donde se dirigen sus ojos en el proceso de la compra virtual para observar qué productos le interesan o qué productos desecha. Todo esto permite realizar una exhaustiva analítica de datos que puede ser muy útil para las marcas. En cuanto al usuario, analiza sus patrones de conducta para aconsejarle y recomendarle otros productos basados en sus gustos y necesidades. Al final va a ser cierto eso de que la realidad supera a la ficción.
Fuente: Smoda El País