Saltar al contenido

El comercio de Gipuzkoa se reinventa

La guerra desigual entre las pequeñas tiendas y las grandes marcas da alas a la creatividad

 

Son muchos los retos y las barreras que tiene que superar a diario el comercio urbano, esas tiendas que en las calles de nuestros pueblos y ciudades contribuyen a dotarlas de personalidad propia, lejos de la homogeneización que llega de la mano de las grandes cadenas.

Para posicionarse, destacar, atraer nueva clientela o contentar a la que tienen, muchos de estos comercios organizan distintas actividades o realizan propuestas singulares.

El comercio guipuzcoano ha perdido el último año 386 autónomos, una caída del 3,2% que la sitúa entre las ocho provincias del Estado con mayores pérdidas, dato que evidencia la necesidad de impulsar actividades que, en su mayor parte, no conllevan ingresos importantes pero contribuyen a fidelizar la clientela.

Pero para conseguir que el público apueste por el comercio de proximidad hace falta, además, un aporte pedagógico, o eso al menos cree Karmele Zabaleta, de Koket, en Azpeitia: “El reto de atraer a la juventud es potente y difícil, sobre todo porque no podemos competir en precios con las grandes cadenas, pero si hay en casa costumbre de comprar en el pequeño comercio eso ayuda, se transmite”.

Zabaleta va más allá y señala que “el pequeño comercio y las asociaciones tendrían que trabajar incluso a nivel de centros escolares, explicando lo que se aporta, la vida que da a los municipios y barrios y qué pasaría si no estuviéramos”.

Dejando a un lado la vertiente pedagógica, en el día a día son muchos los establecimientos que deciden dar un salto que les haga salir de lo habitual.

Yoanna López, de A pies juntillas, en Donostia, tiene la singularidad como punto de partida. “La moda es terriblemente contaminante, tenemos los armarios a reventar y la gente por eso no compra más. Con la propuesta de los comercios de ropa seminueva descongestionamos esos armarios y aportamos un granito de arena a otra filosofía de consumo”, explica esta mujer que no teme liarse la manta a la cabeza para, por ejemplo, mover todas las prendas que tiene en su local para ponerlas a la venta, cada cierto tiempo, en un taller habilitado para la ocasión en otro barrio de la ciudad.

En esa misma línea Estíbaliz García, de Ness, en Ordizia, se decidió un día a alquilar un local para poner a la venta, a precios más accesibles, unas prendas que elige porque le gustan, sin atender a la moda.

“No podemos estar parados, voy a todos los sitios que puedo, como las ferias del stock que se organizan en Donostia o las que se montan en el municipio y tengo más ideas de cara al futuro”, añade esta profesional que tiene clara la importancia de que el público más joven se acerque al pequeño comercio.

También Ainara Melara, del salón de belleza Beauty Time, en Donostia, apuesta por la diferenciación que llega de la mano del trato personalizado, para lo que, algunos sábados en horario de mañana, centra sus esfuerzos en impartir clases de automaquillaje a grupos reducidos, un máximo de cinco personas. La iniciativa está dando sus frutos y las clientas vuelven o recomiendan sus servicios.

Pero no todo va a ser moda o belleza. Comercios con solera del centro de Donostia como La Casa de las Labores organizan cursos y actividades de costura o punto y no es raro entrar en sus instalaciones y ver a un nutrido grupo de personas afanadas con sus agujas.

Otro ejemplo de que siempre hay margen para innovar es Endika Harategia, en el barrio donostiarra de Egia, que organiza apetitosos pintxo-potes para que la espera de la clientela los sábados por la mañana sea más llevadera. Todo sea porque las tiendas de siempre, las singulares, tomen nuevo impulso.

Fuente: Noticias de Gipuzkoa

AGECU - Asociación Española para la Gerencia de Centros Urbanos