Amazon Go es el vanguardista concepto de tienda de alimentación sin cajeros de la compañía que ya se encuentra en las calles de Seattle, Chicago o San Francisco, sin embargo, la compañía se centrará ahora en expandir el concepto minorista a otros entornos como aeropuertos, oficinas y hospitales.
La compañía dirigida por Jeff Bezos ha abierto una versión compacta de sus tiendas con la idea de pivotar hacia entornos más pequeños en los que se puede ofrecer más variedad que lo que sería un vending, pero con las posibilidades de la nueva tecnología, con lo que se ha fijado en entornos laborales u hospitales.
En concreto, la nueva Amazon Go está ubicada en las propias oficinas de la compañía en Seattle, cerca del original y tiene un tamaño de apenas 42 metros cuadrados. En ese espacio ha enfocado su oferta a vender ensaladas y bocadillos a los trabajadores.
Al igual que las tiendas Amazon Go habituales, la nueva tienda no tiene cajas, sino que los clientes escanean sus teléfonos inteligentes para entrar, las cámaras monitorean lo que sacan de los estantes y Amazon carga directamente a sus tarjetas de crédito lo que han seleccionado.
La venta de alimentos en tiendas físicas es una estrategia clave del principal minorista en línea del mundo para ganar más negocios de los compradores. Gianna Puerini, vicepresidenta de Amazon Go, dijo que el formato pequeño podría servir a los vestíbulos de las oficinas, a pisos comunales dentro de rascacielos y quizás también a hospitales.
«Queríamos algo desde una perspectiva de diseño que encajara bien en espacios abiertos», dijo Puerini en una entrevista. «Puedes traerlo por partes y armarlo en el mismo sitio».
La semana pasada Reuters apuntaba que el próximo paso de la compañía era llegar también a aeropuertos, ganando así espacio en lugares con mucha afluencia de gente y muchas de las compras necesitan no invertir demasiado tiempo.
Eso sí, Puerini declinó comentar dicha información, aunque sí detalló que «los aeropuertos tienen mucha gente hambrienta apurada, por lo que nunca se sabe».
Fuente: El Economista