La compras electrónicas tienen algunas características que obligan a modificar las estrategias de las empresas. En primer lugar, este medio permite comparar precios muy rápidamente en diferentes puntos de venta, lo que conlleva un aumento de la competencia. Ajustar los precios es mucho más difícil para una tienda física que para una tienda on line, ya que los costes fijos de un local bien situado y la necesidad de tener personal contratado son muy superiores al coste de mantener un almacén no céntrico y con un elevado grado de automatización. Sobre todo, si tenemos en cuenta que el 50% de las ventas on line se realizan a través de gigantescas empresas distribuidoras especializadas, los llamados e-tailers, como Amazon o Alibaba. Otro factor, nada menor, es que estas empresas gozan de una sofisticada ingeniería fiscal que no está al alcance de la mayoría de tiendas tradicionales.
La segunda característica es que estas compras no están ligadas a horarios comerciales específicos, pueden realizarse 24 horas al día, siete días a la semana, 365 días al año. Es práctico, cómodo y, en este sentido, insuperable por las tiendas tradicionales. La tercera característica, es que permite al consumidor ser más selectivo y puede evitar compras impulsivas e innecesarias. Cabe remarcar que esto está siendo rápidamente erosionado con la explosión del big data generada por el uso de las redes sociales, que permiten publicidad personalizada y precisa.