Sobre unos autores que leyendo ‘La Vanguardia’ decidieron escribir un libro de tiendas antiguas
A veces muchos ciudadanos corrientes y molientes no encuentran la paz existencial y vital ni en las excursiones a los grandes centros comerciales ni en las cañas acompañadas de tapas de autor de los domingos ni en ninguna otra de las propuestas que esta ciudad pone sobre la mesa para invertir el tiempo que nos queda.
La autocrítica
Los autores reconocen que el gran problema de estas tiendas es nuestro propio abandono
Y entonces estos autores aficionados que se reúnen todos los miércoles por la tarde para escucharse decidieron hacer entre todos un libro de cuentos, una compilación de relatos en torno a las tiendas más antiguas de la capital de Catalunya, aquellas que tantas veces visitaron cogidos de la mano de su abuelo –o, años después, de una persona a la que pretendían seducir–, embelesados entre cabezudos mastodónticos de rasgados ojos oscuros, rollos de tela estampada gigantescos, abanicos misteriosos… De este modo se gestó TRAStiendas. Entre la ficción y la memoria, editado hace unas pocas semanas por Stonberg Editorial, reimpreso hace unos pocos días.
El valor de 13 regalos
Son sobre negocios que forman parte de la personalidad de la urbe y crean cohesión social
Últimamente, a medida que avanza la globalización, se habla mucho del alma de las ciudades. Y algunos creen que ese espíritu se rebela ante su turbio futuro, y se reivindica, y lucha por sobrevivir. Y que una de sus armas es la literatura. No lo olviden en tal día como hoy. Comprar es también un acto de militancia. Otra posibilidad, tampoco la descarten (o mejor sí) es que los espíritus no existen, la gente corriente y moliente se aburre mucho, los diarios salen todos los días con artículos que al día envolverán bocadillos, todo esto que están leyendo está sucediendo simplemente por pura casualidad. También cabe la posibilidad de que todo esto que están leyendo no sea más que una desesperada búsqueda de sentido (o no). Los recuerdos son siempre tan juguetones y caprichosos…

Bruno, el arquitecto en sus ratos ocupados, escribió un cuento sobre la guantería Alonso, donde además aprendió el lenguaje oculto de los abanicos. Y Anna Casamitjana i Costa, sobre la cerería Subirà, la tienda en funcionamiento en estos momentos más antigua de Barcelona. Al parecer data del 1711.
“Este libro reivindica el espíritu de la ciudad”
“El libro es un homenaje a las tiendas que han desaparecido y a las que luchan para mantener su personalidad –dice Anna–. Al escribir este cuento he viajado por la memoria de la ciudad donde nací y he visto lo frágil que es su legado que grita desesperadamente que lo ayudemos a sobrevivir”.
E Isabel Vergara hizo lo propio sobre La Confitería…
Comercios que cierran
Unos se convierten en pubs irlandeses y otros coleccionan segundas oportunidades
Son rincones, dicen todos estos escritores, coinciden María Blanco, Begoña Buil, José Luis Costas, Eva Denia, Benjamín Morgan, Núria Olmo, Montse Pérez, Montse Polidura y Jordi Romeu, que no puedes encontrar en ninguna otra ciudad, únicamente aquí… los que de algún modo conforman el dichoso espíritu de esta urbe.
Porque el ego siempre hace mucho ruido, y no se cansa de abrise camino a codazos. Pero no siempre lo entierra todo. ¿Acaso se piensan que lo realmente importante a la hora de escribir un libro es entrar en la lista de best sellers? El reconocimiento no lo es todo, no siempre. No todos los que tengan algo que decir acabarán hoy con los dedos entumecidos de tanto firmar. Se lo puedo asegurar.
Estos cuentos se enraízan en un montón de recuerdos que todos acumulamos
Y al otro lado los mostradores de estos comercios muchos continúan pidiendo a las administraciones que les echen una mano. La globalización es un enemigo demasiado poderoso como para hacerle frente desde una cerería. Aquellas medidas anunciadas por el Ayuntamiento en marzo del 2015 aún se antojan insuficientes. Tras el cierre del almacén El Indio, el restaurante Pitarra se convirtió en un pub irlandés, las hermanas de la cestería Germanes García se jubilaron, unos coreanos compraron la finca de la tienda de confecciones Coses de Casa, El Rei de la Màgia colgó el cartel de “se traspasa”…
Pero también es verdad que esté dónde esté Eli Bertrán, la histórica propietaria del London Bar, puede ver que se está cumpliendo su última voluntad: el circense Carlos Raluy reabrió su garito de la calle Nou de la Rambla, y nadie se había llevado el trapecio de su techo. Y El Ingenio continúa atesorando segundas oportunidades, y el comercio on line regaló una segunda juventud a la cuchillería Roca… ¡incluso La Paloma prepara su reapertura!
El destino no está escrito. Como dicen los escritores del taller literario de Lletraferits, todo está en nuestras manos. Sólo tenemos que elegir dónde hacemos la compra.
Fuente: La Vanguardia