La experta en marketing Pilar Zorrilla asegura que «el tejido comercial de ciudades pequeñas como Oviedo aporta al viajero muchos atractivos»
Las compras como motivación para viajar, lo que se conoce como ‘turismo de compras’, va mucho más allá de la tradicional adquisición de ‘souvenirs’. Esta actividad empuja cada año a millones de personas a viajar a ciudades de todo el mundo para adquirir productos, generalmente de lujo, pero ¿puede ser aprovechada por el pequeño comercio que predomina en las ciudades asturianas? En opinión de Pilar Zorrilla, profesora de marketing de la Universidad de Zaragoza, el turismo supone sin lugar a dudas una oportunidad para los comerciantes locales.
La experta participó ayer en la jornada ‘Turismo de compras: El valor del comercio urbano’, organizada en el Edificio Histórico de la Universidad de Oviedo por la Cátedra Fundación Ramón Areces de Distribución Comercial y la Unión de Comerciantes del Principado de Asturias. «Los turistas que tienen un poder adquisitivo elevado viajan con la motivación principal de comprar y van, principalmente, a enseñas de lujo», abundó Zorrilla, «si bien no todas las ciudades están preparadas para proporcionar esa oferta». En España, «las mejor posicionadas en ese ranking de urbes que mueven a turistas por compras son Madrid o Barcelona».
En ciudades más pequeñas «como es el caso de Oviedo o Bilbao, tenemos un turismo que compra como actividad complementaria. No es lo que le mueve a desplazarse, sino una actividad más dentro del viaje». No obstante, «sí ofrece muchas oportunidades al comercio urbano, porque el tejido comercial local aporta un elemento identitario muy relevante».
«Lo que gusta cuando uno viaja es encontrarse una ciudad que tiene enseñas comerciales diferentes a las del lugar de origen, frente a la denominada clonación comercial cada vez más frecuente». Es decir, descubrir comercios singulares frente a la proliferación de las mismas enseñas que se observa en ejes comerciales de todo el mundo. Por ello, el comercio local debe centrar sus esfuerzos en «aportar un valor diferencial y reforzar su singularidad para atraer al turista». «La tienda se tiene que convertir en un espacio relacional e inspirador en el que la experiencia de compra sea memorable».
La digitalización constituye, según Zorrilla, otra oportunidad para el comerciante. «Cuando un turista viene y se queda satisfecho con el producto, debería poder adquirirlo una vez ha regresado a su lugar de origen a través de internet o las redes sociales». El comercio local «tiene que ponerse las pilas en este sentido», porque «aunque las tiendas físicas no van a desaparecer, tienen que ir orientándose hacia las nuevas necesidades de las personas -no solo turistas sino también residentes-, ya acostumbradas a tener otros canales de compra». Quedan aún «muchos miedos por desterrar, pero es imperioso que las tiendas incorporen la digitalización porque los clientes ya la hemos integrado en nuestras vidas».
Fuente: El Comercio