Redes Sociales. El comercio minorista ha encontrado en internet un aliado para poder seguir en contacto con sus clientes a pesar del cierre
El pequeño comercio local no ha parado de reinventarse desde que comenzó la pandemia del coronavirus. Primero le tocó salir a flote tras el confinamiento y ahora el cierre de 15 días decretado por el Gobierno de Asturias les hace recordar los peores momentos de esta crisis que no termina de darles tregua. El día 4 de noviembre cientos de comercios minoristas tuvieron que cerrar sus persianas en Avilés, pero muchos no tardaron ni veinticuatro horas en buscar alternativas que les permitiesen mantener la actividad de sus negocios y el contacto con sus clientes.
Internet y las redes sociales han sido los mejores aliados para lograr este objetivo. Es el caso de Juanjo Presno, dueño de la tienda de ropa Cadenzza Store, en la calle Rui Pérez. En su caso, Instagram se ha convertido en una alternativa que pretende paliar las consecuencias de tener que cerrar dos semanas. «Fue algo natural que se me ocurrió desde el primer momento. No puedo atender a los clientes en la tienda, pero en las redes sociales anuncio la ropa, me contactan y se lleva a cabo una transacción segura y rápida», explica Presno, que sigue acudiendo cada mañana a su tienda para preparar pedidos que después envía por mensajería, «o reparto yo mismo a domicilios que estén aquí, en Avilés».
Algo similar está viviendo la dueña de la tienda de ropa para mujeres The Pink Shop, Isabel Llaneza. Las restricciones le han obligado a cerrar la puerta de su local, pero ella sigue acudiendo a la tienda cada día, como un reloj, para cubrir la demanda de pedidos ‘online’ que está teniendo desde principios de semana. «Reconozco que tengo que agradecerle mucho a mis clientas, igual que pasó en la primera ola, porque gracias a ellas sigo adelante», afirma esta comerciante, que ahora atiende pedidos a través de las redes sociales, de su página web y por teléfono.
«Facebook e Instagram son las redes que mejor funcionan y yo lo que hago es grabar vídeos de la ropa para que las clientas puedan verla como si estuviesen en la tienda. Ellas lo agradecen y valoran, es la alternativa que nos queda si queremos seguir trabajando estas semanas», asume Llaneza, que ya ha preparado pedidos que viajarán por toda Asturias, a Valladolid e incluso a Viena. «Allí tengo una amiga y me ha comprado varias cositas para apoyar al negocio, todos sabemos que la ropa no es de primera necesidad, pero tenemos que apoyarnos unos a otros», apostilla.
Eso sí, como otros comerciantes, Isabel Llaneza sabe de sobra que está es una alternativa, pero no una solución. «Somos conscientes de que es mejor vender algo que quedarnos en casa, pero puede que estemos hablando de tan solo un tercio de la facturación. Tenemos que trabajar duro y mejorar nuestras herramientas digitales como la página web, en la que voy a invertir para que crezca y sea más funcional», añade.
Los casos de Isabel Llaneza y Juanjo Presno son similares, ambos siguen acudiendo a sus locales y en la soledad de una tienda vacía gestionan los pedidos a distancia. Pero hay otros comerciantes que han tenido que trasladar toda la infraestructura de sus negocios a sus hogares para seguir trabajando. Es el caso de Belén Rodríguez, dueña de la tienda de bisutería artesanal BRC Asturias, que ha montado en casa su taller.
«Es una alternativa que ya habíamos probado durante el otro confinamiento y nos lleva trabajo, pero es la manera de tener en casa todo el material y poder seguir vendiendo», comenta Rodríguez. Eso sí, las formas de contactar con sus clientes son similares a las del resto de comerciantes. «Tengo una página web, pero no tiene habilitado un carrito de la compra y por eso las redes sociales son mucho más útiles. En ellas intentamos enseñar todas las piezas y después enviamos a toda España o repartimos nosotros si es por aquí cerca», explica esta artesana, aunque reconoce que «por el momento han pasado pocos días y no hay muchas ventas, espero que poco a poco la gente se anime y nos ayude a pasar el cierre del comercio algo mejor».
Fuente: El Comercio