En la calle más emblemática de la capital española, 121 de los 185 comercios tienen nombres ingleses o usan mensajes en ese idioma sin traducirlo, como si fuera otra lengua autóctona
Madrid comenzó a celebrar el martes la Hispanidad 2022 con festejos por todo lo alto y un lema que es un guiño a la diversidad del castellano: “Todos los acentos caben en Madrid”. Tan abierta es la capital que el acento que más avanza es el anglosajón. Como pasa en otros lugares de España, aquí las tiendas están siendo sustituidas por stores, las panaderías por bakeries y los gimnasios por gyms. Uno de los mejores lugares para observarlo es el corazón de la vida madrileña, la Gran Vía, cuya placa, aún no ha sido traducida por The Great Way. Quizás pase algún día. Why not?
No se trata de los típicos mensajes comerciales bilingües en inglés y español, comunes en un país con mucho turismo internacional como España, sino del absoluto olvido de la lengua nativa por parte de establecimientos que se dirigen al público exclusivamente en inglés. Muchas escenas de la Gran Vía podrían ser intercambiadas con las de cualquier otra gran ciudad global, donde el inglés es la lengua reina que deben conocer todos. Según un análisis de sus rótulos y escaparates hecho la semana pasada por este periódico, en la Gran Vía operaban 185 comercios, de los cuales 121, el 65%, tenían un nombre inglés o usaban ese idioma sin traducirlo en eslóganes y otras informaciones comerciales.
Los comercios recurren al inglés porque creen que es más importante apelar a las emociones que ser entendidos: “Se percibe el inglés como una lengua de prestigio”, dice la lingüista investigadora de la UNED Elena Álvarez Mellado. “Una bakery va a ser más molona y te puede cobrar más”.

El inglés lleva tanto tiempo colonizando España que es difícil recordar los tiempos en que las cosas eran diferentes. En 1981, cuando McDonald’s aterrizó en España con la apertura en la Gran Vía de sus dos primeros restaurantes, esta calle estaba poblada por comercios muy castizos, como Tapicerías Peña, Zapatos Castellano o Regalos Samaral. Hoy quedan apenas una decena de los negocios tradicionales, entre ellos cinco teatros, un par de joyerías, una perfumería, el casino o la coctelería Chicote. También algunos, como es el caso de este último, usa el inglés sin traducir: Cocktails, food & music.
Con el tiempo llegaron muchas más franquicias de multinacionales de la moda y la comida. Pero es que las propias empresas españolas eligen ahora el inglés para ponerles nombre a sus negocios: son ejemplos The Good Burger, Honest Greens, Lefties, Aristocrazy o Macarena Room Mate Hotel. Según un estudio de 2016 de la Academia de Publicidad, a principios de siglo comenzó un ascenso imparable del inglés: en 2003, las marcas que usaban anglicismos no llegaban a 30; pero en 2015 sumaban 322 (se habían multiplicado por 10).
No se trata solo de eslóganes publicitarios en inglés. Los comercios están sustituyendo palabras de toda la vida por sus equivalentes anglófonas. Las marcas hablan de sus collections (colecciones) para esta season (temporada). Sus escaparates invitan a shop inside o shop online (comprar dentro o por internet).En el interior, uno puede probarse unos jeans (ya nadie habla de vaqueros) con cortesque pueden ser slim, loose straight, standard, super skinny…
El spanglish, que empezó siendo una mezcla extraña que hablaba la gente de Miami, es ahora un divertimento y se deriva con sufijos castellanos: “Hazte un selfie. Queremos ver tu lookazo”, se lee en La Casa de las Carcasas. “A dippear”, piden en un sitio de comida mexicana, La Borra del Café.
Al avance del inglés en esta calle ha ayudado la turistificación del centro de Madrid. La capital ha pasado de los 7,3 millones de pernoctaciones de turistas internacionales en 2007 a los 14,2 millones de 2019, según los datos que maneja el Ayuntamiento. En esta calle operan 19 hoteles, casi todos en los tramos exteriores (Plaza de España hasta Callao y Montera hasta Cibeles). Son algunos de los negocios más anglófilos: “Travelling alone or with friends? We have the beds & rooms”, se lee en Bluesock hostels (¿Viajando solo o con amigos? Tenemos las camas y las habitaciones).
Pero sería ingenuo pensar que el inglés abunda aquí solo porque es una calle turística y los comercios que usan ese idioma buscan el fin práctico de ser entendidos por el público extranjero. No es así. Primero, porque aquí vienen madrileños y otros españoles a comprar, comer y divertirse. Y segundo, porque en cualquier barrio de la capital las nuevas barberías han sido rebautizadas como barber shops, los establecimientos de tatuaje son tattoo studios y las inmobiliarias se dedican al real estate. A las afueras, los viveros de plantas son ahora garden centers, las tiendas con productos rebajados de precio son outlets y los bares de carretera de mala reputación ofrecen show girls a un low cost.
El inglés es tan ubicuo que hasta la líder de la oposición en la Comunidad de Madrid, Mónica García, ha tuiteado esta semana el lema Tax the rich (que paguen impuestos los ricos).
Un aspecto llamativo es que la adopción del inglés no genera la resistencia de otros tiempos. David Fernández Vítores, autor de los informes anuales El español: una lengua viva del Instituto Cervantes, recuerda que cuando en los noventa se hizo común que los títulos de Hollywood se comercializaran sin traducir hubo oposición. “Ese fue un punto de inflexión”, dice Vítores. “Era algo que llamó mucho la atención por aquel entonces. Hoy sin embargo la nueva generación se ha empapado del inglés y ya no les chirría tanto su uso en todos los contextos”.
Hoy los españoles están tan expuestos al inglés en las pantallas de los móviles que quizás apenas sorprende verlo trasplantado a las calles. De todos modos, el empleo del inglés sigue generando rechazo y desconfianza. Richard Vaughan, fundador del conglomerado de enseñanza del inglés Grupo Vaughan, cree que en el ámbito comercial en España predomina un uso frívolo. “Casi siempre hay una palabra española perfectamente válida o mejor incluso para expresar la idea o el mensaje”, dice.
Probablemente, lo de hoy es un uso moderado del inglés en comparación con lo que viene, según los expertos. Vítores acaba de regresar de México, donde el spanglish es mucho más intenso. “Allí en Ciudad de México usan tantas palabras en inglés que, al regresar, nuestro español me parece más limpio”, dice él. “Es normal porque ellos están geográficamente unidos a Estados Unidos, pero creo que nosotros también estamos destinados a que cada vez haya más contaminación”.
Vaughan predice que este avance será imparable en las próximas décadas a menos que los países hispanohablantes mejoren su estatus internacional. “Desde tiempo inmemorial existe un darwinismo lingüístico que conduce a la invasión del idioma de la cultura dominante, ya sea este dominio militar, económico o cultural”, afirma. “Si un país o la región no ejerce una fuerte influencia económica o cultural allende sus fronteras, está condenado a experimentar una conquista, lenta o rápida, por parte de la lengua del que más domina”.
“Creo que en 20 o 30 años, nuestros nietos tendrán un buen dominio del inglés y el idioma español compartirá con el inglés el panorama nacional como el hindi y el inglés lo hacen en la India”, pronostica. Quizás parezca exagerado, pero hace 20 o 30 años era difícil imaginar que el inglés iba a ser una lengua tan usada hoy en los negocios, las ciencias o las universidades españolas.








El presidente de la Academia de Publicidad, Agustín Elbaile, es un firme defensor del español y cree que aún puede recuperar terreno perdido. Dice que pronto, quizás para diciembre, publicarán una investigación con neurocientíficos de la Universidad de Nebrija que, según los resultados preliminares, prueba que el uso del inglés en publicidad dentro de España puede ser contraproducente ya que los índices de comprensión son muy bajos y están afectando a las decisiones de compra. “El estudio está aún inconcluso pero por lo que sabemos de momento el español gana por goleada”, avanza.
Todavía funcionan en la Gran Vía 64 negocios que se resisten a usar el inglés sin traducirlo. Son locales que emplean solo el español o si recurren al inglés, al menos lo traducen. Ejemplos de establecimientos con fachadas 100% en castellano son la librería La Casa del Libro, la iglesia Caballero Gracia, los juzgados de lo contencioso administrativo, varias sucursales de bancos españoles o algunos restaurantes de comida tradicional, entre ellos el vasco Txapela o la vermutería Gran Clavel, que en su escaparate muestra dibujos de una gilda de vallecas, unos callos y un bocata de calamares. El eslogan es una promesa de una experiencia que escasea en esta calle cada vez más globalizada: “100% Madrid”.
Metodología: Hicimos el conteo de los comercios de la Gran Vía el 19 y 20 de septiembre. La Gran Vía tiene 199 locales comerciales, de los cuales solo 185 estaban operando o tenían anunciados una apertura próxima. Hemos evaluado los mensajes en inglés no traducidos que fueran visibles desde el exterior: 121 que lo tienen en el rótulo con el nombre del establecimiento o en algún otro mensaje comercial. Para ser incluido en esa categoría, no hemos tenido en cuenta el caso de escaparates que exhíben productos con nombre en inglés (por ejemplo un teléfono Samsung Galaxy). Tampoco hemos incluido los casos muy frecuentes de restaurantes que usan cartas con la comida en español e inglés, así como la información de horarios comerciales en ambos idiomas.
Fuente: El País