La subyacente se ha moderado hasta el 5,2%, mínimos de mayo de 2022
Los expertos esperaban cierto repunte en los precios ante las tensiones geopolíticas
Lo que es más importante: el IPC mensual solo avanza un 0,3% (frente al 0,6% previsto)
La batalla contra la inflación sigue muy viva, pero hoy la situación se ve de una forma muy diferente respecto a hace varios meses. El IPC se ha moderado en España tras tres meses de subidas y se ha situado en el 3,5% interanual, tres décimas menos respecto a lo esperado. El dato ha sido mejor de previsto, puesto que los expertos esperaban un nuevo repunte hasta el 3,8%. De este modo se rompe la subida de los precios, que habían vuelto a repuntar en septiembre por los carburantes y la electricidad. En el caso de la subyacente, el índice se ha moderado hasta el 5,2%, según revela el comunicado del Instituto Nacional de Estadística.
Los precios parecen haberse atascado tras la desinflación vivida durante buena parte del año. De este modo, los gobiernos y el Banco Central Europeo tendrán que buscar fórmulas para combatir la última milla de la inflación. Según el dato adelantado del índice de precios de consumo (IPC) publicado este lunes por el INE, en este comportamiento de la inflación destaca la influencia al alza de la electricidad, cuyos precios se reducen menos que en octubre de 2022, cuando tuvieron una fuerte bajada.
Por su parte, también destaca la influencia a la baja de los carburantes, que disminuyen sus precios, y de los alimentos y bebidas no alcohólicas, que incrementan sus precios con menor intensidad que el año pasado. Esto ha propiciado la otra sorpresa positiva del dato de inflación: el IPC mensual ha avanzado un 0,3%, un crecimiento que sigue siendo exceso, pero que es la mitad de la previsión del mercado (se espera que el IPC mensual avanzase un 0,6%).
Por su parte, el Ministerio de Asuntos Económicos y para la Transformación Digital ha subrayado que la inflación general se mantuvo estable en el 3,5% en octubre «por el mejor comportamiento de los alimentos y la bajada de los carburantes», que compensaron el efecto base derivado de la fuerte bajada de la electricidad en octubre de 2022.
«España se consolida una de las principales economías de la zona euro con una menor inflación y mayor crecimiento de toda la zona euro. Las medidas de política económica adoptadas por el Gobierno están favoreciendo la competitividad de las empresas españolas, la ganancia de cuota de mercado y el aumento del poder adquisitivo de los salarios», ha añadido. Aunque se ha avanzado mucho en la lucha contra la inflación, aún queda terreno por recorrer para llevar los precios a la meta del 2%.
¿De dónde venimos?
Para aportar algo de contexto a la situación resulta clave contar de dónde venimos: Durante los años 2021 y 2022, España experimentó un aumento drástico en la tasa de inflación, medida a través del Índice de Precios al Consumidor (IPC). Este fenómeno económico tuvo un impacto significativo en la vida cotidiana de los españoles y en la economía del país. El IPC llegó a rozar el 11% en julio de 2022.
La fuerte subida de los precios durante el periodo 2021 y 2022 se debió, según el consenso de los expertos, al impacto de la pandemia, las políticas fiscales y monetarias ultra-expansivas, la guerra de Ucrania y la propia reapertura de la economía tras la pandemia. Por un lado, el impacto económico continuo de la pandemia del covid-19 y las restricciones impuestas para contener la propagación del virus afectaron la oferta y la demanda, generando desequilibrios en la cadena de suministro y aumentando los costes de producción. Esto se tradujo en un aumento de los precios de bienes y servicios, desde alimentos hasta productos manufacturados.
A ello hay que sumar la guerra de Ucrania y los efectos del aumento de los precios de la energía. Por último, el fuerte y repentino incremento de la demanda tras la reapertura económica. Con la relajación de las restricciones sanitarias y la reapertura de la economía, se produjo un aumento significativo en la demanda de bienes y servicios estimulada por las políticas fiscales (gasto público) y monetarias (bajos tipos de interés) expansivas que ya habían demostrado en otros periodos ser netamente inflacionistas cuando se coordinan. Esto generó presión sobre los precios, ya que las empresas lucharon por satisfacer la creciente demanda, lo que a menudo resultó en aumentos de precios.
¿A dónde vamos?
Es cierto que los precios se han moderado sobremanera desde mediados de 2022, en lo que ha sido un periodo de desinflación intenso. Pero en la actualidad, esta desinflación parece haberse atascado. El Banco Central Europeo (BCE) se encuentra inmerso en un proceso de contracción monetaria (subida de tipos y reducción del balance) y ahora está afrontando la parte más difícil: la lucha contra la última milla de la inflación, que señalan los expertos.
Este es el último tramo para devolver el crecimiento de los precios al 2% anual, algo que se antoja complicado a corto plazo ante el cambio de expectativas de los agentes, la fortaleza del mercado laboral y la fragmentación geopolítica y comercial presente en la actualidad.
Fuente: El Economista